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De norte a sur, nuestro país presenta una serie de formaciones montañosas, agrupadas en cuatro cordilleras:  Guanacaste, Tilarán, Central y la de Talamanca. De las cuatro, esta última es la única que no posee volcanes; pero en ella se encuentra el Cerro Chirripó, el punto más alto del territorio costarricense.



A algunos volcanes, se puede llegar hasta muy cerca de su cráter; en tanto que por razones de seguridad, a otros se les tiene que ver desde lejos.



Pero independientemente de que tan cerca se pueda llegar, todos ofrecen características particulares que los hacen muy interesantes, como el cráter del Poás (el segundo más grande del planeta), el Irazú que tiene un cráter desde el cual se puede apreciar otro de los tres cráteres que posee y el Arenal, cuyo cono es casi perfecto, y  ofrece con frecuencia por la noches, erupciones que resultan todo un espectáculo a la vista.